domingo, 18 de febrero de 2018

Brigada del papel: los verdaderos bastardos sin gloria


Un libro recupera los sucesos ocurridos durante y después de la ocupación nazi de Vilna, cuando existió una mítica “Brigada del papel”, que tenía por objetivo rescatar libros, documentos y tesoros culturales judíos.
El año pasado, el sello ForeEdge (Nueva York), publicó el libro Los contrabandistas de libros: partisanos, poetas, y la carrera por salvar los tesoros judíos de los nazis, de David E. Fishman, profesor en The Jewish Theological Seminary. En él se reconstruyen los sucesos ocurridos durante y después de la ocupación nazi de Vilna, ciudad conocida como la “Jerusalén” de Lituania. El autor tomó testimonio a sobrevivientes, consultando documentos judíos, alemanes y rusos. Allí existió la “Brigada del papel” cuyo objetivo era rescatar libros, documentos y tesoros culturales judíos en la “zona aria” de Vilna para ocultarlos en el ghetto, o hacerlos salir de la región. La integraban poetas, escritores y eruditos que arriesgaron todo tanto en la resistencia como en la construcción de un búnker a 18 metros de profundidad, donde ocultaron parte del material.
Si en Bastardos sin gloria de Tarantino, Aldo “El Apache” Raine (Brad Pitt) era el reclutador de soldados norteamericanos judíos y jefe de los “asesinos de nazis”, la “Brigada del papel” se formó por iniciativa de otro apache: Shmerke Kaczerginski. Poeta, militante de izquierda, surgió como líder natural por varios motivos. Criado en un orfanato de Vilna, encarcelado por activismo en la adolescencia, actor, buscavidas, y con mucha calle, resistió los primeros meses de la ocupación simulando ser mendigo sordomudo (su acento lo delataba), hasta que fue arrestado. La brigada fue la respuesta al Hans Landa del momento: Johannes Pohl, enviado del Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR), grupo nazi saqueador de bienes culturales en los países ocupados. El poder del ERR era tal que la SS respondía a sus órdenes. Como ellos usaban mano de obra del ghetto, Shmerke participó en la selección del material robado a bibliotecas y colecciones privadas.
Según Fishman, los judíos les reclamaban por qué arriesgar la vida por el papel en vez de buscar comida, la respuesta: los libros son irreemplazables y, aunque provienen de los árboles, no florecen en ellos como las manzanas. Si bien Pohl pudo hacerse de tesoros para enviar al Instituto para el Estudio de la Cuestión Judía, la brigada traficó bajo sus propias narices. En septiembre de 1943 la rebelión del ghetto fracasó con la muerte del comandante partisano Vitnberg, entonces Kaczerginski y otros de su grupo huyeron a los bosques para luchar en la resistencia. Volvieron con los soviéticos que avanzaban hacia Alemania y, con la nueva ocupación, no pasó más de un año para que el antisemitismo de Stalin obligara a otra mudanza de los tesoros escondidos. A eso siguió el exilio ante la política de pogrom. El libro de Fishman cita las discusiones intelectuales en torno al rescate cultural, así como las motivaciones de los integrantes de la brigada.
Como corolario, queda la historia de los antagonistas: Pohl y Kaczerginski. El saqueador y el prestidigitador. Nuestros Hans Landa y Aldo Raine. Pohl, sacerdote católico antes de la guerra, se alejó de la religión para abrazar la teoría de la superioridad racial. En 1932 Pohl estudió en el Instituto Oriental de Jerusalén, por ello era “experto en judaísmo” dentro de la maquinaria del ERR. Terminada la guerra, su jefe, Alfred Rosenberg fue juzgado y ejecutado en Nüremberg. La suerte de Pohl fue mucha: un año en un campo de desnazificación, reinsertándose en el medio editorial alemán. El profanador de bibliotecas trabajó allí hasta su muerte, en 1960.    
Kaczerginski, desilusionado de los soviéticos, recala en París donde le sugieren emigrar para la construcción de Israel. Era eso, o viajar a la Argentina, cuya comunidad judía le ofrecía trabajo en la divulgación de la cultura yiddish. Shmerke, compositor de tangos en esa lengua, eligió Buenos Aires. Aquí fue conferencista, denunciando al sistema soviético enfrentándose con los judíos del PC argentino que boicoteaban sus charlas. A pesar de eso publicó La destrucción de Vilna (1947), Entre el martillo y la hoz (1949), ¡Partisanos, avancen! (1947) y Era un partisano (1952), y un compendio de canciones que se entonaban en los campos de concentración y ghettos de Europa Oriental. El apache del papel también fijó la tradición oral durante el genocidio, todo un logro. En 1954, a los 45 años (como una ironía sobre el destino de Gardel), Shmerke murió en un vuelo de línea que partió de Mendoza y se estrelló contra una montaña. Un final triste como ciertos tangos, pero en yiddish, la lengua salvada gracias a su valentía.

Omar Genovese

domingo, 4 de febrero de 2018

Noticias optimistas para seguir de cerca




Las editoriales cierran un buen año,pese a los vaivenes de la economía
Las empresas locales sortean la crisis de una economía inestable: baja en el poder adquisitivo y el papel más caro del mercado internacional. Las perspectivas y los objetivos para el 2018.ESCAPARATES. En 2017, los libros de ficción se colocaron por encima de las ediciones de actualidad política. El lector sigue prefiriendo la creatividad a la realidad.

El sector editorial suele ser uno de los más afectados en épocas de crisis económicas, ya que el comprador de libros promedio suele responder a una demanda elástica: es uno de los primeros gastos que se cortan. Esa caída en las ventas afecta a las librerías comerciales y repercute, como en un juego de dominó, en las editoriales. 

Pero si bien el primer semestre del año mostró números bajos a nivel país (con todo, Córdoba y Santa Fe mantuvieron su histórico 7% y 6% del mercado, respectivamente, en registros de ISBN), el segundo semestre repuntó en esta materia. 

Eduvim creció 11% en ventas este año. Teníamos un plan de novedades de 42 títulos y siete reimpresiones y lo mantuvimos. También sostuvimos la cantidad traducciones: siete”, detalla Carlos Gazzera, de la editorial de Villa María. La editorial cuenta con 340 títulos vivos y su perspectiva de cara al 2018 es sostener la edición de 40 novedades anuales, además de las reimpresiones: “Un índice importante es cuántas de las novedades reimprime una editorial: 20% es un buen número. Este año nosotros estuvimos por encima de ese porcentaje y el año que viene queremos mantener esos niveles”. 

A diferencia de otras editoriales, el catálogo de Eduvim tiene libros con demanda inelástica, ya que muchos de los libros que edita van a un comprador que, aún con pérdida de poder adquisitivo, está menos dispuesto a resignar la compra de libros porque es universitario, profesor o académico. 

A pesar de la situación económica, el balance desde El Emporio es que ha sido un buen año. “Las novelas históricas románticas han sido nuestra ‘estrella’. En 2017 editamos 20 libros de novedades, además de segundas y terceras ediciones de libros”, señala Tamara Stemberg y remarca que El Emporio realiza muchas acciones para compensar lo que sucede en las librerías en general. 

También con un buen balance literario, Editorial Babel publicó este año a varios poetas. Por caso, en narrativa reeditaron Otumba, del cordobés Rafael Flores y La imaginaria, del salteño Carlos Muller. “Esta Babel de géneros superó los 40 títulos, lo que significó uno de los años más prolíficos. Abrimos canales de distribución masivos para algunos títulos y en marzo de 2018 comenzaremos la venta digital”, señala Ramiro Iraola.

Con un catálogo que incluye narrativa, ensayos y poesía, desde AlciónJuan Maldonado observa un reacomodamiento del sector: “Hemos logrado publicar 71 títulos este año y nos parece una buena cifra; aunque en años anteriores hemos tenido cifras más altas y mayores ventas también”. Asimismo, remarca que en el futuro inmediato recuperarán textos de autores no publicados en español (Nouveau, Valéry, Ferlinghetti) y continuarán con la Colección Archivos, donde saldrá la poesía completa del chileno Zurita y más adelante una novela de Carpentier.

Por su parte, con la edición de nueve libros nuevos a los que se le suman dos reediciones de libros agotados, Alejo Carbonell señala que fue un buen año para Caballo Negro: “En este contexto de crisis general y en nuestro sector en particular, un año bueno significa mantenerse. De todas maneras, seguimos adelante y ya estamos trabajando en los libros del 2018, entre los que habrá dos obras muy grandes de autores cordobeses, traducciones y también alguna sorpresa más”. 

En palabras de Rubén Goldberg (Rubén Libros), este año que se va no ha sido “ni dramático ni eufórico, creo que tuvimos un año ligado a la realidad del país. Las novedades de los autores cordobeses —Cristina Bajo, Cristina Loza, María Teresa Andruetto, Federico Falco y Luciano Lamberti— tuvieron una muy buena presencia y la ficción se movió más que los libros de actualidad política”.-


Argentina, con los libros más caros de América Latina, Europa y EE. UU.

En relación con otros países (Europa, Latinoamérica e incluso Estados Unidos), Argentina está muy fuera de foco en cuanto a precios. Las razones son muchas, desde los insumos hasta la presión fiscal: “En el mundo el kilo de papel se paga alrededor de 75 centavos de dólar más IVA y acá cuesta un dólar más IVA; el tema de la presión fiscal sobre los editores tampoco es menor. El IVA de un editor español, por caso, se puede descargar y además no es del 21% sino del 15%”, sostiene Carlos Gazzera. 

En efecto, en Argentina el libro no tiene IVA, pero los editores tienen todos los gastos gravados por el IVA, desde el papel hasta el alquiler o la luz. “A las librerías les pasa lo mismo, por eso cada vez hay más librerías con bares, porque descargan el IVA del alquiler a través del bar”. 

Así, mientras en el resto del mundo hay mecanismos que ayudan a las industrias culturales a morigerar este tipo de distorsiones de mercado, aquí estas distorsiones se agrandan debido a que no hay políticas públicas culturales al respecto. “En Francia, se pagan impuestos diferenciales si tenés una librería o una disquería. Eso es lo que debería entender cualquier gobernante en áreas de cultura”, finaliza.-